miércoles, 9 de septiembre de 2009

WELCOME TO THE NIGHTMARE (deberíamos vivir en la edad de piedra, sin correos, bancos ni ninguna de esas porquerías).

De nuevo me veo obligado a pedir perdón a mis lectores por el retraso en las actualizaciones. Sé que hay unos cuantos de vosotros que desearías que la Guía del Escandimemo se actualizara más a menudo (o eso quiero creer, vamos). No obstante, en esta ocasión tengo una buena excusa. No se trata de que haya estado de fiesta (bueno, algo sí, también). No, he estado cabreado. Cabreado con el sistema sueco. Y ahora os voy a relatar por qué.

Vais a ver que la vida del Erasmus no es un camino de rosas.























El siguiente texto contiene una enorme cantidad de furia contenida. Si tienes menos de 18 años, estás embarazada y/o eres una nenaza, no sigas leyendo.


PRIMER ACTO: EL ESCANDIMEMO Y LA MALETA DE LOS COJONES.

El universo es una puta, y por lo tanto también lo son Ryanair y el servicio de correos de todos los países del mundo en general. Digo esto porque he tenido que esperar casi dos semanas para poder ir a recoger mi equipaje principal a la oficina de correos de Karlstad.

Veréis, el caso es que es más barato vender tu alma a Satanás que facturar un maletón de veinte kilos con Ryanair, de tal modo que cuando me fui tuve que conformarme con llevarme conmigo un miserable trol con cuatro camisetas y dos pantalones dentro, y el resto enviarlo por correo a Suecia. Y bueno, el tipo de la oficina de correos de mi pueblo, que no había enviado un paquete al extranjero en su puñetera vida, dijo que la maleta tardaría más o menos cinco días en llegar a su destino.

Y una mierda.

Para cuando llegó la jodida maleta yo ya me había ganado el mote de “Ese Tipo que Siempre Lleva la Misma Andrajosa y Cutre Camiseta de Andalucía” (ETSLMACCA). Pero un buen día llegó a mi buzón un aviso: ya podía recoger el equipaje en la oficina de correos más cercana. Espanté las moscas que me rodeaban y me dispuse a ir para allá.

Problema: la dirección y todas las instrucciones para llegar están en sueco.

Bueno, aquí no pasa nada, dije, esta gente es muy amable de modo que a buen seguro me dirán dónde demonios está Correos. Me dirijo a la zona donde se encuentra la oficina de marras (supongo, me imagino yo…), y una vez allí resuelvo meterme en la biblioteca para preguntar. Se supone que alguien que trabaja aquí sabe dónde están las cosas.

Bingo, la bibliotecaria me indica que lo que busco está nada menos que a medio kilómetro, dentro del supermercado Konsum. Ante mi evidente cara de WTF ella me asegura que sí, que está allí. Pues vale. Voy allá. Hay una cuesta del carajo, no pasa nada. Entro y, vaya, la oficina de mierda no está. Pregunto en una peluquería de al lado, pero son todos paquistaníes y no entienden el inglés. Pregunto a un trabajador del supermercado por Correos y me dice que está a eso de un kilómetro EN LA DIRECCIÓN OPUESTA A LA QUE YO HABÍA TOMADO.





















Hija de puta, hay que decirlo más, hija de puta más. ¡Hija de puta! Qué sonoridad, es el alfa y el omega de la vulgaridad. Cuando lo dices te quedas guay, porque hija de puta no tiene rival. Gilipollas es más coloquial, y cabronazo reconozco que no está nada mal. Pero hija de puta es especial porque es un concepto como mucho más global.

El pinche del Konsum se ofrece amablemente a llevarme hasta la calle de Correos. Qué majo. Tras una larga caminata (cuesta abajo, eso sí) llego a un edificio medio derruido en el que hay una tienda de chuches regentada por un malhumorado tendero. Tardo bastante en darme cuenta de que, en efecto, eso es la oficina de correos y el tipo es el encargado de los paquetes.

Pido mi paquete y el tipo poco menos que me lo tira a la cara. Oye, si no mojas te fastidias, pero a mí no me digas nada. Considero seriamente la posibilidad de ir a la biblioteca y estamparle la maleta a la bibliotecaria en su puta cara, pero me veo muy cansado y decido en su lugar irme a casa a beber cicuta.

Pero un momento, no empecemos a chuparnos las pollas todavía. No pasan autobuses por el lugar. Toca un cuarto de hora caminando arrastrando una maleta de, recordemos, veinte kilitos. Al llegar a casa pienso que la pesadilla se ha terminado, y me tiro a la cama rendido.

Tardo más o menos diez segundos en recordar que por la tarde tengo que abrirme una cuenta en el banco.


















Podría ser peor: podría llover.


SEGUNDO ACTO: EL ESCANDIMEMO Y LOS BANCOS DE LOS COJONES.

Quería hacerme una cuenta en un banco sueco por una razón muy simple: de este modo no me cobran comisión cada vez que saco dinero de un cajero. Es verdad que en este país casi todo se paga con tarjeta (hasta las copas en las discotecas, por increíble que parezca); pero siempre viene bien tener efectivo a mano. Además, pensé, con lo eficiente que es esta gente no puede costar mucho abrir una cuenta bancaria.

Y una M-I-E-R-D-A.

Al entrar al primer banco, pierdo estúpidamente el tiempo al no darme cuenta de que hay que pedir número para que te atiendan (sí, como en la pescadería). La máquina de pedir número está en sueco, y como hay dos colas distintas para sacar dinero y para información no tengo ni idea que de lo que hay que hacer. Una amable negrita me echa un cable. Qué maja, seguro que no es bibliotecaria.

Tras media hora de espera me atiende un tipo que se parece muchísimo a Mortadelo. Tras una breve conversación se me informa de que tengo que dirigirme a la oficina de extranjería para solicitar el número de identificación que me permite registrarme como medio-ciudadano sueco y de este modo evitar el cobro de comisiones. Sí, yo tampoco lo entiendo. Vamos allá.

Me dirijo al edificio en cuestión, situado por cierto en Atomarporsacolandia, y allí tengo que coger de nuevo un numerito de pescadería (esta vez fue un iraní el que me echó una mano, por cierto). Tras media hora más sentado me recibe un funcionario que me dice que PARA CONSEGUIR EL NÚMERO DE MIERDA TENGO QUE ESTAR MÁS DE UN AÑO VIVIENDO EN SUECIA. Tras varios intentos de dar pena me doy por vencido y asumo que he perdido el tiempo. Como la puerta es corredera no puedo dar un portazo al salir.
















Eso quisiera saber yo, qué coño es esta mierda.

Vuelvo al banco y, pasando de numeritos y hostias, me dirijo directamente a donde Mortadelo y le cuento lo sucedido. El tipo me dice que no lo entiende, que había seguido las instrucciones y que quizá debería volver a la oficina de extranjería a explicarles mi situación. Tras llegar a la conclusión de que pegarle una patada en las pelotas sería contraproducente, doy las gracias y me marcho a cagarme en mi vida.

Como soy cabezón por naturaleza, pruebo suerte en otro banco más (Swedbank, el mayor de Suecia). Otro numerito de turno. Tres cuartos de hora esperando, regados eso sí por pastas y café malos que te cagas pero gratis (muy escandicool, creo que la única cosa escandicool del día). Después, un tipo canoso y cojo destruye mis esperanzas de felicidad en la Tierra diciéndome que puedo hacerme una cuenta, pero que no sería provechoso porque seguirían cobrándome comisiones al ser yo extranjero. Así pues, vuelvo a casa a eso de las cuatro, cansado, enfadado, sin haber conseguido nada y sin haber comido aún.


















Tyler Durden tenía razón. Hay que volar todas las sedes de los bancos y volver al jodido punto cero. Al menos ahora yo sería más feliz.


NI TERCER ACTO, NI EPÍLOGO NI DIOS QUE LO FUNDÓ.

Espero que con esto quede claro el porqué de mi tardanza. Para la próxima entrada prometo hablar de cosas bonitas y de elefantes rosas; pero hoy necesitaba desahogarme. Muchas gracias a todos.















Por cierto, este es el numerito que cogí en el último banco. Suputamadre.


[Escuchando: Why can't we be friends?, de Smash Mouth]

6 comentarios:

Dani dijo...

Estos suecos... mucho agua de colores y mucha mierda y cuando tienen que hacer algo útil nada. Pero tú actualiza más, vago de mierda, por lo menos una vez cada 2 ó 3 días.
Ah, y ya me dirás si en la residencia habría sitio para que me quedara unos hipotéticos días en un hipotético futuro xD

Guillermo García Lapresa dijo...

Si tio, el suelo es de lo mas comodo. Ven cuando quieras.

Peter dijo...

Buenísimo Guillermo, nos conoceremos en Octubre jeje

Me encanta tu manera de escribir y tu humor.

Se lo he enseñado a un amigo mio que estuvo de erasmus en Suecia y nos hemos partido la caja.

Un saludo desde el sur de España ; - D

Guillermo García Lapresa dijo...

Muchas gracias Peter, y lo mismo digo ya nos veremos en octubre.

Natxo Pistatxo dijo...

Es mentira, no es el del sur. ¿No te das cuenta que se llama Peter? No caigas en la tentación de que porque te escriben ya te quieren. Te quieren engañaaaaaaarrrr.
En cambio yo, yo soy fiel y estoy cuerdo. ¡Lo juro!

Bueno, vale, quizá me falta una cuerda, pero a mí me vistes antes y me quieres más que a ese Peter, ¿no es cierto?

PD: Pet, ¿puedo llamarte Pet? (Supongamos que sí) No tengo nada contra ti (al menos por ahora). Y no estoy loco (bueno, mi psiquiatra podría decir otra cosa pero a ese le pago porque se calle). Solo que yo también tengo mi vena humorística que de vez en cuando se pincha por salir. Además, el sur es bonito. Yo también he estado en el Sur y pienso en volver. Mientras que no seas malagaita (de málaga) o Sevillano podemos llevarnos bien.

PD2: Guille, mierdas, no tienes que comentarme en el tuenti, sino en http://natxopistatxo.tumblr.com

caspercita dijo...

acabo de descubrir este blog y me encanta!! quiero leer mas y mas y mas...muchas gracias!!

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